lunes, 23 de diciembre de 2013

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Los “factores revolucionarios” del barrio
David Canela
LA HABANA, Cuba, diciembre 2013, www.cubanet.org.- Hace poco fui desalojado de la casa en donde estaba alquilado, luego de que el dueño fuese amenazado, por los “factores” del barrio, con expropiarle su casa, y hasta de convertirlo en “cómplice” (al parecer, de un supuesto crimen de conspiración) si no sacaba de inmediato a su inquilino “contrarrevolucionario”.
La reunión de urgencia entre “los factores” y el dueño de la casa -que fue citado mediante un ardid-  ocurrió el sábado 7 de diciembre. El domingo 8, por la mañana, los “factores” se volvieron a presentar en la casa donde me alquilaba, para dar el ultimátum, preguntarle su decisión al respecto (pues en caso de una negativa, podrían usar la fuerza policial) y, además, advertirle que estuviese “tranquilo”, ya que trataban de impedir protestas “inesperadas” en el Día Internacional de los Derechos Humanos.
En la Cuba totalitaria se les llama “factores” a miembros de organizaciones políticas y de masa cuando se agrupan en asambleas, o ejercen el rol de paramilitares, en “actos de repudio”, golpizas, desalojos, expropiaciones ilegales. Para este acto de intimidación, se confabularon “los factores” del Partido Comunista, el CDR y el Poder Popular.
El “factor” del Partido Comunista trató de justificar la expulsión de quien escribe, con la frase tajante de “¡somos los factores!”, lo que debe implicar que ese tipo de tarea es uno de sus contenidos (¿de trabajo?), o lo que se espera de ellos.
El factor del Poder Popular, el más belicoso de los tres, reconoció en un momento del diálogo que, cito,  “a mí me mandan”. Debí recordarle que el argumento de estar cumpliendo órdenes de los superiores fue el más popular de los que se expusieron durante el Juicio de Nuremberg, cuando los oficiales nazis trataron de justificar la causa de sus acciones criminales.
Si “los factores” acogen ese argumento como una razón definitiva, significaría dos cosas: 1) que ellos no creen en la justicia de lo que hacen, y actúan básicamente por miedo, o 2) que ellos creen en la justicia de lo que hacen, y ejecutan esos actos de segregación por razones de fanatismo. Aunque sea una paradoja, creo que ambos criterios no son excluyentes. En el plano público –y a un nivel de conciencia superficial–, prima la actitud del fanatismo, aunque en el plano personal, quizás lleguen a reconocer que actúan por miedo.

Miedo a la “contrarrevolución”

En un sistema de relaciones sociales basado en la paranoia, lo que más temen los integrantes de “la mayoría” es que puedan ser identificados con el signo opuesto de la ideología que ellos usan para discriminar a “la minoría”, o sea, temen que ese concepto fantasmal –llamado “contrarrevolución”– se refleje sobre ellos, y que otras personas los vean con la misma mirada con la cual ellos desconfían de su próximo. La mayoría tiene miedo de formar parte de una minoría discriminada (sea la disidencia, la oposición, o cualquier otra).
Todos tienen miedo de ser acusados de ineficientes, en la “lucha revolucionaria”, o de cómplices, de la supuesta “contrarrevolución”, que no es más que la sociedad civil en un proceso de liberación, y de formación de nuevas identidades, más fuertes que esas antiguas dicotomías.
Por una mezcla de miedo, fanatismo y oportunismo, la presidenta del CDR debe mostrar que su área de vigilancia está controlada;  el militante del Partido Comunista debe hacer gala de su “intransigencia revolucionaria”, y el delegado del Poder Popular debe sugerir que su actitud celosa representa la voluntad del pueblo. Todos quieren mantenerse a salvo. Pero los “factores”, además de prevenirse de supuestas acusaciones de “ineficiencia” o de “complicidad”, quieren mantener su estatus en la escala de poder: en unos casos, asegurando sus prebendas y sus oportunidades de ascenso social, y en otros, su “tranquilidad”.
Da igual que la orden haya venido del Partido Comunista, del Ministerio del Interior o de los Comités de Defensa de la Revolución, de una instancia municipal o provincial, o que se trate de un complot tejido entre vecinos del barrio para expulsarme y así salvar “responsabilidades”. Al final, todos los “factores” responden a una misma idolatría, que puede llamarse castrismo, o Revolución.
Luego de esto, me pregunto si en cada nuevo alquiler seré declarado “persona non grata”.

Rastreadores de escombros, piratas de hierros torcidos
Víctor Ariel González
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Los derrumbes que han ocurrido en La Habana, cuya frecuencia se ha disparado en las últimas semanas a consecuencia de un par de días de lluvias fuertes, son el resultado de años de abandono por parte del gobierno. De pronto, más personas se suman a los miles que han perdido sus viviendas y sobreviven en un albergue de los poquísimos disponibles, pues este servicio que supuestamente debería garantizar el Estado omnipresente también ha colapsado como otros tantos. Estos desdichados dejan atrás tal vez a un ser querido que quedó aplastado bajo el techo caído, o quizá las pocas pertenencias que los hacían un poco menos miserables.
Ni siquiera las buenas prácticas que caracterizaron a los constructores de épocas pasadas han sido suficientes para evitar que las estructuras terminen desmoronándose. Es que ningún edificio aguanta cincuenta y tantos años con tan solo una mano de pintura mala, si es que se la dan. La economía doméstica, que ya es insuficiente para conseguir el sustento diario, no puede asumir el mantenimiento mínimo que lleva cualquier inmueble. Y las partes más viejas de la ciudad (los municipios Habana Vieja, Centro Habana, Cerro y otros) están llenas de antiguas edificaciones, centenarias algunas de ellas, que han soportado por sí solas un intemperismo tan largo como el gobierno de los Castro. Es algo lógico: algunas cosas se tienen que derrumbar primero que otras y, eventualmente, hasta las piedras más duras acaban por fracturarse.
A falta de un mercado accesible, los materiales para la construcción se consiguen de formas muy poco ortodoxas. Si se trata de productos nuevos, entonces está el comercio ilegal que nace del robo en almacenes y empresas estatales; pero también están los materiales viejos, que son aquellos sacados de entre los escombros de derrumbes.
En esta última cuestión, los cubanos no tenemos la primicia porque en el mundo civilizado de hoy, dado lo caro de las edificaciones enteramente nuevas y el reto ecológico que enfrenta toda producción industrial, ha proliferado el reciclaje de los materiales  también en la construcción. De tal modo que en una demolición casi todo es aprovechado. La gran diferencia es que mientras en otros lugares se emplean equipos adecuados y se observan rigurosamente las normas que regulan los procedimientos, en Cuba la actividad se realiza a la buena de Dios.
En cuanto ocurren los lamentables derrumbes (diferentes de las demoliciones en tanto que  éstas son programadas y controladas) se despliegan brigadas de recuperadores furtivos que salvarán lo que valga la pena a riesgo de su propia vida, si es necesario. Se les puede ver llenos de polvo a estos filibusteros urbanos, con sus vagones o carretillas y sus jibes “para cernir”  los escombros. También están los buscadores de madera de calidad y aceros, puesto que a algunas de las piezas encontradas les bastará con una limpieza profunda para quedar como nuevas. Servirán posiblemente para una barbacoa o para algún mueble que haya que reparar.
De esta forma, la industria de la construcción, la ebanistería y la herrería tienen algo de búsqueda, porque la economía cubana es incapaz de suplir la materia prima necesaria. Son poquísimas, si no inexistentes, las entidades estatales que se dedican a tales actividades: debe ser porque uno de los requisitos fundamentales para este trabajo es la eficiencia, y el régimen ya ha demostrado sobradamente el fracaso en este último aspecto cuando se trata de generar ganancias que no le tocan directamente. Los cubanos no mantienen sus casas no por un descuido deliberado, sino porque sencillamente no pueden.



Posibles funcionarios y militares a bordo del ferrocemento
Alberto Méndez Castelló
  PUERTO PADRE, Cuba, miércoles 18 de diciembre, www.cubanet.org.- Con su habitual silencio acerca de la identidad de los que zarparon de aquí el pasado viernes 13, a bordo de un ferrocemento, y que desde el domingo permanecen detenidos en Bahamas, autoridades y  medios oficiales cubanos están propiciando toda suerte de comentarios.  De ser ciertos los rumores que corren en esta pequeña ciudad, nuevos casos de fuga estarían apuntando al grave riesgo que corren algunos de esos misteriosos pasajeros al ser devueltos a Cuba, pues, algunos de ellos, quizás serían funcionarios del propio régimen.
  Como es sabido, a bordo de una embarcación de este tipo, cómodamente pueden viajar decenas de personas, pero según confirmó el servicio de guardacostas de Estados Unidos, solamente trece personas iban en ella.
  Cualquier delito consta de tres etapas: ideación, preparación y ejecución. Y es la misión principal de los órganos de seguridad y orden interior no sólo de Cuba, sino de cualquier lugar del mundo, la prevención y el corte de las actividades ilícitas antes de producirse éstas, y, en última instancia, actuar en el momento de su ejecución, pero en este caso del ferrocemento, nadie fue advertido por las autoridades por presunta salida ilegal del país, y como se sabe, la embarcación ganó mar abierto pasando junto a la capitanía del puerto y poco después por frente a un puesto de guardafronteras, como Pedro por su casa.
  La madrugada del suceso,  próximo al establecimiento pesquero de donde zarpó el ferrocemento, quedaron abandonados vehículos de matrícula estatal, pero al día de hoy nada se conoce sobre sus ocupantes, a no ser que están presos en Bahamas.
  La comidilla en Puerto Padre tiene signo de peligro: si, como dice la gente, en el ferrocemento iban funcionarios del Estado  (incluso, algunos comentan que iban dos militares con sus familias), el silencio que envuelve a los fugitivos puede ser muy grave para ellos, y no debía permitirse que, sin antes conocer quiénes son, y por qué huyeron de este modo extremo, estas personas sean retornadas a la Isla.
  Las autoridades de Estados Unidos que detuvieron la embarcación en alta mar, las de Bahamas que las tienen detenidas, y las autoridades cubanas, que las reclaman, debían pronunciarse e informar la identidad de los detenidos. Pero si no lo hacen, y ya que en la Isla la prensa oficial está tan amordazada, entonces la prensa y los ciudadanos libres del mundo debían procurar esclarecer quiénes son estos pasajeros y qué hay en ellos de misterioso como para no divulgar su identidad  y cuáles eran sus ocupaciones antes de lanzarse al mar.
       

Al pie de San Lázaro: Exhibición de crueldad

Augusto Cesar San Martin Albistur

La Habana, Centro Habana, diciembre de 2013. A escasos metros del Santuario de San Lázaro, en una de las casas del poblado de El Rincón, la fe en el ser humano se puso a prueba durante la pasada celebración del Santo.
Al estilo circense un altoparlante amplificaba una grabadora de casetes con raros anuncios.      La exhibición de un perro de 6 patas, un gallo con 4, un cerdo de dos cabezas y 4 ojos, y una ternera con dos cabezas, 4 ojos y tres orejas.
Para sumar conjeturas a la incertidumbre de los creyentes en lo que no se ve, el portal de la casa fue cubierto con una tela blanca que obstaculizaba las más intrépidas miradas.
No pocos peregrinos que asistieron este 17 de diciembre al Santuario se detuvieron frente a la casa atraídos por los anuncios.
Unos con la duda de ser timados. Otros atónitos por el precio de 5 pesos para conocer la verdad, se conformaban con las respuestas de quienes salían de la exhibición. La mayoría pagaba la entrada a un señor panzudo cuyo arte de atraer curiosos merece elogios.
La exhibición.
Sin muchas pretensiones, en el portal de la casa los exhibicionistas  llamaban la atención del público hacia el soñoliento Jacinto, un perro de 8 años cuyas patas hacen ganar dinero a su dueño. Catalogado de vago por este, se deja manipular las 4 patas delanteras por una mujer que hace de asistente en el show.
El dueño asegura tener además una perra con 6 patas pero la fiereza del animal le permite exhibirla poco.
Detrás Marieta, una ternera disecada que sobrevivió 9 días a sus malformaciones. Según el propietario murió ahogada con la leche de la madre.
¨Su corazón media unos 30 centímetros¨, asegura el hombre.
Debajo de la desafortunada ternera, el cerdo bicéfalo que duro un día después de nacido. La deteriorada preservación del animal ajustado con precintas en las patas y alrededor del cuerpo aumenta la rareza de sus formas.
Ausente, la jicotea de 2 cabezas que aseguran los presentadores se exhibirá en próximas jornadas.
En  la cima de un palo el gallo de 5 años. Siempre de espaldas al público muestra las dos patas provenientes del trasero.  Solo cuando lo llaman el ave voltea la cabeza, según el dueño porque le gusta que lo fotografíen.
Aprobación de la crueldad
La sensación de burla es el factor predominante de este show que colecciona animales vivos que sufren invalidez que pueden ser dolorosas. Especies cuya capacidad de padecer les otorga el derecho a una consideración moral.
A menos de un metro de la entrada,  la policía vigilaba las violaciones de la moralidad política  del gobierno. A su lado los supervisores integrales, obligados asistir al evento rezaban por el fin de este para regresar a las zonas de extorsión.
Ninguno fue capaz de advertir el lucro de una exhibición cruel que viola el derecho de protección animal cuya observancia corresponde al estado.
Quizás yo desconozca que en la nueva política económica del gobierno para salvar al socialismo, se contemple la ¨exhibición de animales mutantes¨ como una de las modalidades del trabajo por cuenta propia.


El fútbol vence al béisbol en los cubanos
José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, diciembre de 2013, www.cubanet.org.-- Si perverso fue prohibir, durante más de medio siglo, que los medios nacionales publicaran una sola letra, o una imagen, relativa a la práctica del béisbol de Grandes Ligas, más perverso aún, y además ridículo, es dar al fin la autorización para que se televisen algunos partidos, pero actuando con astucia manipuladora para no mostrar en pantalla a los grandes peloteros cubanos del profesionalismo.
Claro que esa prohibición también terminará cayendo, ya que de pronto a los caciques de Cuba se les han llenado los ojos con el oro negro de nuestras estrellas del béisbol profesional. Y ahora van por ellos, cueste lo que cueste.
Su peculiar patrioterismo y su trasnochado concepto de unidad nacional bien valen aunque sea una mínima participación en los beneficios del contrato por 68 millones de dólares que acaba de firmar José Dariel Abreu, quien, hace sólo unos meses, era un infeliz esclavo de sus dotaciones, y hoy ostenta el título de agente libre internacional mejor pagado en toda la historia de las Grandes Ligas.  
Mucho se ha escrito y se habla últimamente sobre el asunto. Y también mucha agua le estamos echando al molino con el inexcusable favoritismo que han dispensado al fútbol en los medios oficiales de divulgación, en franco detrimento del béisbol. Ante dos enemigos peligrosos -parecen haber discurrido nuestros caciques, de cara al fútbol y al béisbol profesionales-, enfrentemos primero al menos peligroso, por ser más ajeno y lejano. Pero les salió mal el cálculo.
El fútbol como espectáculo
La avalancha del fútbol como espectáculo en las pantallas cubanas coincidió en tiempo con una etapa de evidente merma en la calidad de nuestro béisbol amateur. Y es así cómo los aficionados al llamado pasatiempo nacional ven con preocupación cómo las nuevas generaciones cambiaron sus ídolos deportivos.
Donde antes se hablaba con pasión de nuestros astros en las ligas nacionales, actualmente se habla de Lionel Messi y de Cristiano Ronaldo. Tal como veíamos antes a los niños y adolescentes jugando a la pelota en las calles, hoy los vemos jugando al balompié. En cualquier caso, lo preocupante no es que el fútbol haya estado ganando terreno en la preferencia de la afición cubana, sino que este fenómeno fuese el resultado mondo y lirondo de una manipulación política.
Además, aunque se comente menos, también el fútbol ha sufrido en Cuba las agresiones del estatuto o más bien del capricho político, pues, tal y como lo recoge la historia, antes de la revolución existió aquí un fuerte movimiento futbolístico. Pero se pusieron fatales los jugadores y sus aficionados, porque Fidel Castro, al igual que otros dictadores latinoamericanos, prefería el béisbol, así que dispuso su apadrinamiento con prioridad casi absoluta, mientras convertía a los jugadores en sus propagandistas políticos y en sus sirvientes personales.
Por supuesto que de todas formas el béisbol era igualmente preferido por la mayoría de los cubanos. Al punto que sólo un milagro de mala leche pudo ocasionar el cambio que hoy se opera entre nuestros aficionados. Pero esto no impide reconocer el ninguneo que sufriera el fútbol, a pesar de que se practicaba oficialmente en el país desde el 11 de diciembre de 1911, y aun cuando ya en los lejanos años veinte existían en La Habana más de 40 equipos competitivos.  
Estadios de fútbol en ruina
Roberto González Echevarría, eminente cubano, profesor de la Universidad de Yale, y autor de “La gloria de Cuba”, un libro singular sobre la historia de nuestro béisbol, cuenta que fue tal el auge del fútbol en la Isla que sus directivos importaban futbolistas pagándoles las mismas grandes sumas que a los peloteros. Incluso afirma que a los partidos de fútbol les reservaban los mejores turnos en el estadio Almendares Park, porque recaudaban más dinero que el béisbol.
Particularmente notable fue el papel que jugara el equipo Deportivo Puentes Grandes, conformado íntegramente por futbolistas cubanos. Sin embargo, el campo donde forjó su fama se encuentra abandonado y en muy deplorable estado, desde hace decenios. No lo ha salvado siquiera el hecho de que allí (en predios de la antigua cervecería La Polar) radique el museo del fútbol, el cual, por demás, ha ido perdiendo sus valores museográficos y ahora está a punto de desaparecer, limitado a un manojo de viejas fotos en la gaveta de un buró.
Descorazona saber que Tony Oliva, un negro pobre de Pinar del Río, que tuvo que escapar de la Isla con pasaporte falso, y que en Estados Unidos logró romper casi todos los récords ofensivos del béisbol profesional, ha vivido penando durante toda la vida por no poder compartir cada una de sus hazañas con el público cubano. Y su caso no es único, como bien se conoce. Pero no tiene por qué ser menos triste el caso de varios futbolistas cubanos que hoy juegan en ligas de Estados Unidos, Puerto Rico, España, Italia, Alemania, Holanda, Noruega… y jamás se mencionan en los medios nacionales, al punto que resultan olímpicamente desconocidos por nuestros nuevos apasionados del fútbol.
La Habana, diciembre 16 de 2013.
Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en la siguiente dirección: http://cubanet-d.c.topica.com/maaqD1Pacfsj5bvCxgGb/


Robo de medicamentos y juicios ejemplarizantes
CIENFUEGOS, Cuba, 18 de diciembre del 2013, Yaxier Espino Acebal/ www.cubanetorg.- El operativo llevado a cabo entre la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y la Seguridad del Estado en el municipio cienfueguero Cumanayagua, que neutralizó el robo de medicamentos e insumos que tenía lugar en el Hospital Aracelio Rodríguez Castellano, a pocos días de haber superado una epidemia de cólera, debe conducir a la celebración de un juicio público.
En medio de la crisis sanitaria, el hospital había recibido una cantidad importante de medicamentos e insumos para enfrentar la situación.
Aprovechando la falta de control, trabajadores del centro sustrajeron sábanas, juegos de pijamas, colchonetas, palanganas, cubos metálicos, así como un amplio espectro de medicamentos, entre los que destaca el Rosefín – antibiótico de última generación –, destinado a tratar enfermedades como el cáncer.
La génesis del problema se dio cuando uno de los implicados le propuso la venta de algo robado a un oficial de la Contra Inteligencia Militar (CIM). Éste denunció el hecho, tras lo cual se montó el operativo, que dio como resultado cerca de una decena de detenidos, que están siendo procesados por las autoridades competentes.
Circulan rumores entre las población de que, una vez concluido el proceso de instrucción, se les estaría celebrando juicios públicos ejemplarizantes; formula peculiar que el gobierno cubano suele emplear y que según sus críticos lesiona la dignidad de los detenidos y está concebida para coaccionar a la ciudadanía.
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"Sólo la opresión debe temer al pleno ejercicio de las libertades"
José Martí

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