martes, 9 de abril de 2013

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Economía cubana: aspirinas para curar un cáncer
Miriam Celaya
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Los medios oficiales acaban de publicar en Cuba otra de las nuevas disposiciones gubernamentales encaminadas a tratar de revivir la famélica economía interna: En lo adelante, las empresas estatales podrán disponer del 50% de “las utilidades” resultantes de su actividad productiva –siempre después de pagar los impuestos al Estado–, para destinarlo al desarrollo, la investigación y la estimulación a los trabajadores. 
Dicho en pocas palabras, ha quedado oficialmente restaurada la autonomía de las empresas estatales, como si este hecho tan normal y corriente en cualquier país que no sea el nuestro constituyera un aporte raulista a los anales de la economía mundial. Huelga anotar que simultáneamente el General-Presidente insistió en los más rigurosos controles tanto productivos como de las ganancias y en mantener el actual “ritmo” de las medidas –dizque derivadas de los lineamientos del VI Congreso del PCC– a contrapelo de aquellos que quieren acelerar el paso de los “cambios estructurales”.  
No deja de resultar interesante este anuncio de lo que sería una medida conveniente y razonable si las condiciones del país también lo fueran. No obstante, antes de estallar en aplausos por lo que en teoría resultaría positivo, es preciso analizar objetivamente el escenario económico nacional, recientemente descrito por el propio gobierno en el marco de la reunión ampliada del Consejo de Ministros efectuada apenas tres semanas atrás, donde quedó claramente expuesta la ineptitud de la alta dirección del país para conducir a puerto seguro el naufragio del modelo económico: improductividad, ineficiencia, impagos, falta de organización, indisciplina, entre otros lastres raigales del sistema, que niegan cualquier posibilidad de hacer funcionar la economía; menos aún mencionar siquiera una quimérica obtención de “utilidades” por parte de las empresas.
Por su parte, la inestable y potencialmente volátil situación en la “hermana república bolivariana” es un factor adicional de peso que se cierne sombrío sobre el futuro cercano de la subsidiada economía cubana, lo que está incidiendo en la adopción de nuevas medidas por parte del gobierno y a mediano plazo podría obligar a acelerar el lento paso de las transformaciones raulistas. 
Numerosos males inherentes a la naturaleza misma del sistema impiden que éste funcione. Como expresara recientemente el economista cubano Oscar Espinosa Chepe en un programa de Radio Martí, uno de los problemas que desde el principio atentan contra la eficacia de la nueva disposición es la inexistencia en el país de una contabilidad confiable. Tras décadas de reportes inflados, descontroles y corrupción, no hay garantías de que comience un proceso de purificación espontánea entre los encargados de las cuentas. 
Otro elemento importante es la sujeción ideológica que durante medio siglo ha sometido la economía a los designios de una meritocracia cuyo desempeño en los puestos de dirección y control responde, no a su capacidad para administrar la economía, sino a la fidelidad al Gobierno-Estado-Partido, dueño de todos los medios de producción, los bienes y las ganancias, por no mencionar su control absoluto –hasta épocas muy recientes– de toda la fuerza de trabajo del país. En tanto el compromiso político con un grupo minoritario en el poder continúe determinando en los resultados económicos, el país no remontará la crisis. Esto significa que no habrá reformas económicas efectivas en ausencia de reformas políticas.
En la misma cuerda vibra el tema de la redistribución de las supuestas utilidades bajo un sistema de estimulación a los trabajadores. ¿Será que ganarán más los que demuestren ser más “revolucionarios”, o los más productivos? ¿Quiénes serán los veladores puros de la productividad y los que impedirán las pérdidas por el desvío de recursos y por otras manifestaciones de corrupción? ¿Quiénes evitarán el beneficio de unos en perjuicio de otros en un sistema largamente caracterizado por el tráfico de influencias y el caciquismo? Y ya desde el plano del derecho, ¿tendrán figura jurídica dichas empresas y administraciones para manejar e invertir los fondos derivados de la producción?
Sin embargo, este desesperado intento de curar el agresivo cáncer de una economía en fase terminal irreversible, con las aspirinas de las llamadas reformas raulistas está, de antemano, condenado al fracaso. Porque en primerísima instancia habría que solucionar el mal primigenio de este socialismo-capitalista de Estado: las deformadas relaciones de propiedad sobre los medios de producción. 
No habrá prosperidad económica en Cuba sin el retorno de la propiedad privada en coexistencia con otras formas de propiedad. No me refiero a la privatización total del país como contrapartida a la existencia de ese propietario único, el Estado, pero sí a la franca apertura de las numerosas variantes de iniciativa privada que serán la única fuerza capaz de movilizar la economía. La obstinada negativa gubernamental a reconocer los plenos derechos de los cubanos de todas las orillas a participar preferentemente en la recuperación de una economía destruida por el propio gobierno que ahora se declara capaz de recuperarla, está pasando la cuenta a la nación y continúa comprometiendo el futuro de todos.
Por el momento, las recientes disposiciones de “autonomía empresarial” pudieran estar cumpliendo dos funciones solo favorables a la castrocracia: por una parte retardar el desplome definitivo del sistema que la sostiene en el poder; por otra, legitimar las nuevas fuerzas económicas surgidas de sus círculos afines, hasta ahora semi-ocultas, protegidas tras el hermético secretismo de la información en Cuba.  



De Montenegro a Santiesteban
Roberto Quiñones Haces

GUANTÁNAMO, Cuba, abril, www.cubanet.org -Carlos Montenegro y Ángel Santiesteban no son los únicos escritores cubanos que han tenido la desgracia de sufrir la cárcel; el último, dos veces.
Con apenas 19 años de edad, Carlos Montenegro fue condenado a catorce años y ocho meses de cárcel por la comisión de un hecho sangriento en el que murió una persona. Tuvo la suerte de conocer en la Pagaduría de la cárcel a José Zacarías Tallet y entablar amistad con él. De esa relación se afirma que surgió la vocación literaria de Montenegro. Allí también  conoció a Pablo de la Torriente Brau. 
En 1928, luego de haber publicado en las revistas Social y Orto algunos de sus textos, con su relato El renuevo obtuvo un premio literario convocado por la revista Carteles,  hecho que generó una ola de simpatías hacia su figura y abundante solidaridad para con su situación. Intelectuales de la talla de Emilio Roig de Leuchsenring y el propio Zacarías Tallet, unidos a  otros prestigiosos escritores y numerosos periodistas, pidieron a Gerardo Machado que liberara al escritor forjado en las entrañas de la sordidez y el enclaustramiento. Pero Machado se negó. Montenegro salió de la cárcel a los 31 años de edad, cuando El Machadato estaba herido de muerte.
Ángel Santiesteban Prats nació en La Habana, en 1965. En 1995 obtuvo  el premio “Luis Felipe Rodríguez”, que otorga la UNEAC, en el género de cuento, con su libro Sur: latitud 13. En el  2001 obtuvo el premio de cuento “Alejo Carpentier” con Los hijos que nadie quiso, y en el 2006  el premio “Casa de las Américas” con su libro Dichosos los que lloran. 
Desconozco si Santiesteban es responsable o no de los hechos por los que ha sido sancionado. Tampoco soy su amigo. Escribo estas líneas desde mi condición de simple miembro de la UNEAC, porque no considero que todos los escritores e intelectuales de dicha organización estemos de acuerdo con que alrededor del hecho exista un ominoso silencio. 
Figuras descollantes de nuestra cultura, como Pedro Pablo Oliva y Pablo Milanés, que han sido objeto de ataques desmesurados cuando se han atrevido a expresar  opiniones discordantes con las del gobierno y la dirección nacional de la UNEAC, tampoco se han pronunciado al respecto. 
La respuesta que hace unos meses la dirección nacional de la UNEAC ofreciera a las tendenciosas acusaciones de un agente de la Seguridad del Estado contra Reyna María Rodríguez y otros intelectuales cubanos, no constituye una regla sino la excepción. Una vez más ha quedado sobre el tapete el deplorable quietismo de gran parte de la intelectualidad cubana, así como el miedo paralizante que le impide ejercitar los valores que en cualquier lugar del mundo identifican a quienes trabajan a favor  de la cultura. 
Si Santiesteban fuera responsable de estos hechos -que según he leído en Cubanet, ocurrieron hace cuatro años-, en el Código Penal cubano existen todos los presupuestos legales para impedir su ingreso en la prisión, sustituyendo la sanción privativa de libertad por otra de menor rigor, mucho más cuando se trata de un intelectual de prestigio, de una persona de buena conducta moral y social, de un hecho cuya incidencia es insignificante dentro del marco de violencia habitual que se vive en el país y específicamente en La Habana .
Todos sabemos-incluidos quienes instruyeron el expediente, los fiscales que solicitaron la sanción y los jueces que lo sancionaron- que Santiesteban no es ningún antisocial. Es muy difícil admitir que en nuestro país hay justicia cuando  a un intelectual como él se le encarcela, mientras quienes hundieron el remolcador “13 de marzo” y provocaron  la muerte de personas inocentes, entre ellas varios niños, continúan impunemente en las calles. 
Los que han encarcelado a Santiesteban le han hecho un favor muy flaco al gobierno cubano, como si éste no tuviera agudos problemas de los que encargarse para sumar otro de esta índole, porque las resonancias internacionales comenzarán a sentirse muy pronto. Más que encarcelarlo, esos testaferros deberían preguntarse por qué un hombre surgido dentro de lo que un día fue la revolución, se desprende de ella, cuáles son las causas que provocan un aumento de la disidencia y de  la estampida de nuestra población hacia el extranjero, de la apatía social, la vulgaridad y la pérdida de valores en nuestra sociedad.
Debieran ser consecuentes con el presupuesto de que “Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”, como establece el artículo 1 de la Constitución de la República. 
Todos sabemos que si Santiesteban no tuviera un blog en el que se expresa libremente, no habría ido a prisión por un hecho de tan escasa entidad. Desde mi  condición de humilde hombre de la cultura, también  discriminado, sólo puedo decir que los que se encarguen de pedir la libertad para Santiesteban  pueden colocar mi nombre en cualquier lista que se elabore con tal objetivo. 
Ojalá que esta desmesura sea rectificada pronto. El gobierno cubano no gana absolutamente nada con este error, ni necesita más enemigos. Más que continuar esta política en contra de quienes disienten, debería abrirse al diálogo para acabar de enrumbar de una vez y por todas a nuestra patria hacia un camino de paz y entendimiento. Ojalá que la terquedad gubernamental no convierta a Cuba en otra Siria.



Equilibrar la balanza
Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Sería una de verdad de Perogrullo decir que el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación ha sido una oportunidad de oro para una discreta ampliación del espectro contestatario dentro de Cuba.
Con la proliferación de los blogs y los teléfonos celulares, los puntos de vistas críticos pueden ser enviados en segundos al mundo a través de twitter o simplemente publicarlos en las bitácoras personales sin que hasta ahora el gobierno haya podido impedirlo de manera permanente.
Es cierto que gracias a estas plataformas de difusión, la realidad interna en lo tocante a la represión o algún otro evento de importancia y que no es reflejado por los medios de prensa oficialistas, llega a millones de personas y a decenas de relevantes instituciones cada semana;  sin embargo, hay que también destacar las limitaciones para forjarse un criterio objetivo de un asunto que tiende a interpretarse desde una óptica demasiado triunfalista.
¿Cuál podría ser la incidencia dentro de las fronteras nacionales, si la gran mayoría de los cubanos no tiene computadora, ni posibilidades de conectarse a internet?
¿Cuántos cubanos estarían en capacidad de convertirse en twitteros, si cada envío cuesta poco más de un dólar, en un país donde el salario promedio es de alrededor de 20 dólares al mes?
La entrada de los blogueros al asediado entorno de la disidencia es un paso positivo y sin dudas necesario, pero esto es preciso verlo como la culminación de un proceso que abarca más de tres décadas de esfuerzos sostenidos por parte de centenares de activistas pro derechos humanos, opositores políticos, bibliotecarios y periodistas independientes, entre una extensa gama de agrupaciones que han desafiado el poder totalitario a un elevado costo físico y psicológico.
Con estas alusiones no albergo ningún propósito mezquino contra las nuevas generaciones que, recalco, juegan un papel significativo en la lucha pacífica a favor de un Estado de Derecho.
De manera diáfana y sin que medien falsos elogios, hago públicas mis congratulaciones de que se hayan extendido los márgenes de la disidencia con el auge de las actividades relacionadas con el ciberespacio y la telefonía móvil.
Sí quiero llamar la atención respecto a los peligros del sobredimensionamiento. Pienso que la cuestión principal radica en influir en intramuros y esa probabilidad está lejos de concretarse mediante el uso de la red de redes.
No temo equivocarme al afirmar que las entidades políticas y civilistas que realizan su activismo casa por casa y desde hace décadas, cuentan con mejores posibilidades de ganar adeptos, a pesar del acoso y todos los riesgos asociados a su labor.
Para optimizar la eficacia de la contienda política frente a un régimen que apuesta por el atrincheramiento y en aras de ayudar a la cohesión de las fuerzas implicadas en un cambio en toda la extensión de la palabra, sería saludable lograr un balance a la hora de premiar otros sacrificios no menos sobresalientes en la larga lucha contra el castrismo.
Aunque no se viertan de manera pública por razones obvias, corren rumores que podrían ser el germen de lamentables rupturas en un futuro mediato.
Las divisiones pueden sobrevenir de muchas formas y estos desequilibrios pudieran atizar resquemores que retrasarían la imperiosa articulación para enfrentar con mayor éxito al adversario común.
No sería sensato enrarecer el ambiente  -de por sí tenso-  por múltiples causas. Solo hace falta trabajar por un equilibrio que ponga en perspectiva el valor y la tenacidad de otras personas que han dejado su impronta en un conflicto plagado de exilios, encarcelamientos y muertes.
oliverajorge75@yahoo.com  



Maduro: El heredero místico 
Miriam Leiva

MADRID, España, abril, www.cubanet.org -A la presidencia puede llegarse por elecciones democráticas, golpe de estado o golpe de suerte, pero el caudillo latinoamericano es único.  Pretender imitarlo sin tener la perspicacia, la picardía y la inteligencia innatas descubre las carencias y complejos de inferioridad del heredero. El elegido de Hugo Chávez posiblemente tenga frustrados a quienes apoyaron su imposición como heredero, particularmente en La Habana.  
El presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, comenzó su campaña el 2 de abril para las elecciones presidenciales del 14 evocando a su mentor  más exageradamente que durante el período de grave enfermedad de Chávez, cuando consolidó su posición de imprescindible acompañante y probablemente la ilusión de Fidel Castro de que podría moldearse como sustituto incondicional.  Pero no es lo mismo ejecutar los pormenorizados mandatos del caudillo, que pretender ocupar su lugar.
El misticismo fue cultivado por Chávez según avanzaba la enfermedad para incentivar el fanatismo en el pueblo venezolano, posiblemente incluso para procurar el auxilio de los dioses de todas las religiones a fin de impedir su trágico final, y para lograr imponer su legado.  Pero el entorno del caudillo y particularmente Maduro lo cultivaron al extremo de pretender embalsamarlo,  frustrado ese propósito al parecer por razones naturales.
Los resultados de  las próximas elecciones se decían cantados, con una significativa victoria de Maduro, precisamente porque se votaría por cumplir los designios del recientemente fallecido.  Sin embargo, su inicio de campaña ha sido contraproducente. En el primer acto electoral en Sabaneta, pueblo natal del comandante-presidente, la narración del candidato sobre el sobrevuelo de Chávez en cuerpo de un pajarito mientras él rezaba y la intercomunicación mediante silbidos, ha puesto en duda su capacidad para gobernar Venezuela, más aun en un momento muy complejo. Puede hacerse una conclusión impactante al leer la narración siguiente: “El pajarito me vio raro, ¿no? Silbó un ratico, me dio una vuelta y se fue y yo sentí el espíritu de él”.  “Lo sentí ahí como dándonos una bendición, diciéndonos: ‘Hoy arranca la batalla, vayan a la victoria, tienen nuestra bendiciones’. Así lo sentí yo desde mi alma”.
El autodenominado hijo de Chávez, complicó su lema  De Sabaneta pa´ Miraflores.  Como el mismo dijo: ¨No es fácil, compatriotas, salir a las calles y pararse en el lugar donde estuvo Chávez¨.  Tampoco lo será si continúa alentando la confrontación con la parte considerable de ciudadanos que no lo apoyan, y amenazando con que sacará las tropas a la calle, augurio de un golpe para implantar abiertamente la dictadura.



Cubanos y punto
Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Al concluir la oradora, las mil personas reunidas en el Miami Dade College se pusieron de pie y la ovacionaron. La Freedom Tower, conmovida en el seno de la sociedad cubana en la Florida, se estremeció ante un discurso que marcará un antes y un después en las relaciones entre cubanos.
Yoani Sánchez vuelve a la palestra. Pero esta vez con un discurso leído que estremeció los resortes de la nación: Cubanos y Punto. Colgado en su blog personal Generación Y, es un texto que trasciende, como lo hizo Con todos y para el bien de todos, el alegato de José Martí, el 26 de noviembre de 1891, en el Liceo Cubano  de Tampa, donde sentenciaba:  “… alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: Con todos y para el bien de todos,…”. O como también lo hizo el texto del Obispo Pedro Meurice, de Santiago de Cuba, leído durante la visita del Papa Juan Pablo II, en enero de 1998.  “Padre, le presento un pueblo que ha confundido la patria con un partido”, dijo Meurice, y conmovió a la nación.  
La bloguera comenzó su alocución narrando una historia personal, durante su visita a una Alemania recién unificada. Su paralelismo con la división que sufren los cubanos es el primer síntoma de lo que vendrá: “Hace unos años, cuando salí por primera vez de Cuba, estaba yo en un tren que partía desde la ciudad de Berlín hacia el norte. Un Berlín ya unificado, pero que todavía conservaba fragmentos de esa fea cicatriz que fue aquel muro que dividió a la nación” .
Sin detenerse, Yoani expone la visión folclorista y rumbera que promueve el actual gobierno sobre nuestro país: “Como siempre ocurre después de la frase de que uno viene de la mayor de las Antillas, el interlocutor trató de demostrar lo mucho que sabía sobre nuestro país… Ah… Cuba, si, Varadero, ron, música salsa”.  E introduce el tema principal del parlamento. “Su pregunta fue: ¿Eres de Cuba? ¿De la Cuba de Fidel o de la Cuba de Miami?” . 
Ahí Yoani plantea el eje de su retórica. ¿Hay dos Cubas? ¿Dos tipos de cubanos?  Y pregunta:  ¿Cómo fue que dividieron a nuestra nación? En un giro discursivo va hacia el público. Les dice: “La respuesta a esas preguntas las saben ustedes mejor que yo. Ustedes, que han vivido el dolor del exilio, que partieron la mayoría de las veces solo con lo que llevaban puesto. Ustedes, que dijeron adiós a familiares, muchos de los cuales nunca más volvieron a ver. Ustedes, que dijeron adiós a Cuba, la única, la indivisible, la completa, en vuestras mentes y vuestros corazones”.
Es muy probable que a esa altura de la alocución, el nivel de comunicación entre el público y la oradora fuera total. Es por eso que ella toma un aire, y recomienza el ascenso del discurso con la pregunta “¿Qué pasó?”,  y se dirige directamente a sus recuerdos de infancia. A la manipulación de la que fueron víctima ella y el país, por un partido, un gobierno, un hombre en el poder.
La última meseta del discurso es la exhortación a trabajar por la nación: “Tenemos que reconstruir nuestra nación. Nosotros (los de la Isla) solos no podemos (…) Los aquí presente (…) han llevado y cuidado a Cuba. Ayúdennos a unificarla, a derrumbar ese muro que a diferencia del de Berlín, no es de concreto ni de ladrillos, sino de mentiras, silencios, malas intenciones”.  Y termina apoteósicamente: “En esa Cuba con la que muchos soñamos no hará falta aclarar qué tipo de cubano uno es. Seremos cubanos a secas, cubanos y punto, cubanos”.  
El discurso de Yoani Sánchez, en la Freedom Tower, marca un hito para la oposición democrática. Es netamente político. No es el discurso de una bloguera, aislada en su burbuja ciberespacial. Es el discurso de una ciudadana. Política, sin lugar a dudas, y aunque ella no lo quiera, hasta presidenciable, llegado el momento.  
aleagapesant@yahoo.es