jueves, 27 de septiembre de 2012

Impactantes imágenes demuestran nueva modalidad represiva contra defensores de derechos humanos en Cuba


Impactantes imágenes demuestran nueva modalidad represiva contra defensores de derechos humanos en Cuba

Vea el video aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=mup2kyoOLJk&feature=share&list=UUHvQQgNOQUUup8R5FYTwt_g

Palma Soriano, Santiago de Cuba. 25 de septiembre de 2012. Directorio Democrático Cubano. Imágenes inéditas de la vivienda de Misahel Valdés Díaz, delegado del Frente Nacional de Resistencia Cívica y Desobediencia Civil Orlando Zapata Tamayo en Palma Soriano demuestran la destrucción provocada por agentes de la Seguridad del Estado y el ensañamiento de los órganos represivos en el oriente de Cuba contra opositores pacíficos.
“Aquí pueden ver como están todas las tablas y los fibro(cementos) desbaratados por los destrozos que la dictadura ha hecho en mi vivienda […] No han dejado nada en pie que pueda uno convivir en esta casa, pero nos mantenemos firmes y defendiendo nuestro derecho”, expresó Valdés Díaz en el video que describe los hechos ocurridos el 6 de septiembre de 2012 y quien en numerosas ocasiones, posterior al allanamiento, se ha presentado ante el ministerio de vivienda para exigir que le reparen la misma sin obtener respuesta.
Los allanamientos a viviendas de defensores de derechos humanos se han convertido en los últimos meses en una forma de represión y hostigamiento contra estos y sus familias en el oriente de Cuba. El 28 de agosto de 2011, fuerzas de la policía política en la misma ciudad de Palma Soriano allanaron y destrozaron la vivienda del delegado del Frente Marino Antomarchí Rivero utilizando gases lacrimógenos contra niños, ancianos y mujeres que se encontraban en el lugar. Otras viviendas de miembros de la Resistencia en Palma Soriano, Palmarito de Cauto, Contramaestre y otras zonas del oriente de Cuba han sido allanadas y destrozadas, causando daños materiales y agrediendo incluso a niños pequeños como fue el caso de la hija de dos años de edad de Antomarchí Rivero y otros menores de edad que han sufrido y sufren en carne propia los desmanes de la represión en Cuba.

martes, 25 de septiembre de 2012

Articulos y Noticias ...


ARTÍCULOS
¿Se podrá confiar en los datos del censo?
Luis Cino (PD)

Donde fumar es ser timado
Reinaldo Cosano

El valor de Los Cinco
René Gómez Manzano

Una cubana fuera de serie
Tania Díaz Castro

De la moderación al extremismo
Julio César Álvarez

CARTA
Existimos
Ivan López Monreal
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ARTÍCULOS

¿Se podrá confiar en los datos del censo?
Luis Cino (PD)

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Los datos del censo de población y vivienda que se inició el 15 de septiembre no serán de fiar.  El gobierno, que diez años después todavía se reserva parte de los datos del anterior censo, acomodará los resultados del actual  a sus conveniencias. También contribuirá a la poca fiabilidad de los resultados del censo la reticencia de muchos de los censados  a responder con la verdad y nada más que la verdad a las demasiadas preguntas  de los censadores.
Hace varios meses, el director del Centro de Estudios  de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Juan Carlos Alfonso, aseguró a la prensa: “El censo no da ni quita legalidad, ni tiene incidencia negativa para las personas. Es por declaración y totalmente anónimo. Una vez que se procesa el cuestionario, la persona encuestada se convierte en un número.”
Pero no creo que valgan de mucho las garantías dadas oficialmente de que las informaciones obtenidas no traspasarán determinados marcos legales.    
Casi siempre bordeando la ilegalidad para sobrevivir, los cubanos nos hemos vuelto excesivamente recelosos: hemos aprendido a ver chivatos  hasta en la sopa y a olfatear en el aire las trampas y los trucos del gobierno.
Cualquiera que llega a la casa a realizar cualquier tipo de inspección en nombre del Estado, ya sea de Salud Pública o de la Empresa Eléctrica, de la puerta para adentro es habitualmente acogido con desconfianza y mal disimulado disgusto. Dígame usted si es un encuestador que venga a averiguar –entre otras veintitantas preguntas- dónde usted nació, qué hizo la semana pasada, cuántos viven bajo su techo y cuantos efectos eléctricos, teléfonos celulares, computadoras y vehículos hay en su casa.
Muchos temen que el censo permitirá  afianzar el control del Estado sobre la población. Al respecto, ya empezaron a correr bolas tales como que, a partir de lo  averiguado, las autoridades  deportarán a indocumentados de la capital, ordenarán desalojos, confiscarán casas, carros y computadoras, e investigarán a aquellas personas cuyos niveles de vida no se correspondan con sus ingresos monetarios.
De ahí que algunos se nieguen a contestar preguntas y la mayoría respondan lo que les dé la gana. Y eso que el gobierno tiene el buen tino de utilizar como censadores a estudiantes, porque si son los viejos chivatones del barrio los que se aparecen en las puertas con las planillas de las veintitantas preguntas, no sé qué hubiera pasado…
En realidad,  en condiciones un poco más normales el censo no asustaría. Ni siquiera por las preguntas, que probablemente no fuesen tantas.  Lo que está mal, y bastante, no es el censo, sino el sistema.  
Gracias al censo,  se sabrá es cuántos somos. Números. Sólo eso. ¿Acaso alguna vez hemos sido para el estado algo más que números, y a veces falseados?
Aparte de indicadores generales, que hablarán del envejecimiento poblacional, de que hay un poco más de cubanas que de cubanos, ¿qué Cuba mostrará el censo? Justamente la que  convenga a los intereses oficiales: un país más educado, culto, saludable, laborioso, disciplinado,  con serios  problemas de vivienda y de transporte,  pero todos  en vías de solución.
En fin, un país que no tiene  nada que ver con el real, en el que vivimos los cubanos, que solo contamos cuando al Estado-mayoral les da por contarnos  y hacernos más preguntas de la cuenta.
luicino2012@gmail.com




Donde fumar es ser timado
Reinaldo Cosano

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Gran escándalo hubo en Holguín al conocerse de la extendida producción artesanal e ilegal de cigarrillos. La magnitud del negocio puede inferirse por lo que informa la policía sobre la ocupación a un ciudadano, de apellido Martínez, de 12 mil cajas de la marca Criollo, de mayor demanda, y 593 de la marca Titán, perfectamente selladas.
Cada cajetilla, con veinte cigarrillos, tiene precio de siete pesos. Los suministradores ilegales las venden a cinco pesos a empleados del comercio minorista, quienes las revenden al público al precio oficial.
Las vías de obtención de la materia prima son muchas. Abdiel Pérez, director de la empresa estatal cigarrera de Holguín, explica que hay extracción de la hoja en rama o desmenuzada, y también de barreduras (desperdicios en el proceso productivo), contaminadas y con exceso de humedad, causa de la deplorable calidad, por mala combustión, del cigarrillo falsificado. Por ello los cigarrillos falsificados, con marcas y envases aparentemente auténticos, carecen de calidad y son un timo al consumidor.
La tripa de los cigarrillos es extraída en complicidad con trabajadores y custodios de la fábrica, a pesar de que en ésta se ha implementado un método de vigilancia supuestamente más estricto, que incluye el Sistema de Posicionamiento Global (GPS), para evitar sustracciones del producto elaborado durante en el traslado hacia los almacenes, y de los desperdicios cuando van al vertedero y a la agricultura.
Los sellos de las cajas se imprimen en la empresa estatal Geocuba. El papel de cigarrillos con marca impresa, de importación, es robado de la factoría y de Geocuba.
La fábrica Lázaro Peña, de Holguín, genera desechos de entre 15% y 20%, con destino al vertedero y a la agricultura, como abono orgánico llamado tabaquina. Pero como se ve, también sirve de materia prima a los productores ilegales.
El trayecto desde la fábrica a los almacenes resulta otra vía para estafar al irritado fumador. Los fabricantes ilegales truecan a empleados de almacenes las cajas (con cincuenta gruesas) de cigarros falsificados, por igual cantidad de cajas de cigarros legítimos y les pagan cuatrocientos pesos por cada caja cambiada.
El colmo es que por esos chanchullos, problemas técnicos, productivos, de suministro de materia prima, transporte, distribución o burocráticos, en ocasiones escasean en el mercado los cigarrillos legítimos, cuyo nicho es ocupado por los  ilegítimos.
Como los planes productivos y de comercialización son nacionales, las afectaciones en Holguín repercuten en otras provincias. Se debe recordar que ilegalidad parecida ocurre con la venta de tabacos habanos falsificados a visitantes extranjeros, elaborados generalmente por expertos tabaqueros.
La Aduana, para proteger el habano ante la extendida práctica fraudulenta, tiene que exigir el certificado de compra en establecimientos estatales, a la hora de autorizar su extracción del país. Pero ni siquiera tales exigencias impiden que en otros países los fumadores también sean timados cuando creen estar fumando habanos legítimos de Cuba.
cosanoalen@yahoo.com




El valor de Los Cinco
René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Mi anterior trabajo dedicado al tema de los cinco espías cubanos encarcelados en Estados Unidos tuvo por título “Cinco es igual a doce”, y fue colgado en Cubanet el pasado martes. En él comencé a darle una respuesta —que deseo terminar ahora— a la serie de tres artículos publicados por el actual Presidente de la Asamblea Nacional bajo el título común de “Un reto al periodismo”.
Coincido en una cosa con lo expresado por Alarcón: Cuando en 2005 una sala de la Corte de Apelaciones de Atlanta dispuso la anulación de la sentencia y la celebración de un nuevo juicio, pensé que lo ideal era que esa decisión se mantuviese vigente. Y no por razones jurídicas (el proceso a los Cinco fue escrupuloso y exhaustivo en grado extremo), sino políticas.
Me explico: Como expuse en mi anterior escrito, durante los más de ocho meses que duraron las sesiones judiciales, la propaganda castrista no informó sobre las numerosísimas pruebas practicadas. Después, se ha dado el lujo de dar su propia versión de lo sucedido, que algunos en el mundo han creído o fingido creer, pese a que tiene bastante poco que ver con la realidad.
Un paradigma de lo anterior lo vemos en antiterroristas.cu, sitio-web especializado en el tema de los miembros de la Red Avispa. Él cuenta con una sección intitulada “El juicio”, consagrada al que fue, hasta ese momento, el proceso más largo de la historia norteamericana. Pues bien: ¡los plumíferos castristas han concentrado la descripción de los más de ocho meses de trámites judiciales en igual número de parrafitos, de los que sólo uno excede de tres líneas! Un verdadero alarde de síntesis.
Ese enfoque torcido de los hechos es el que ahora ha permitido a Alarcón —por ejemplo— describir como una “inventada acusación” y una “infame calumnia” la imputación de la “conspiración para cometer asesinato”, pese a existir —como ya dije— la transcripción de los mensajes intercambiados entre jefes y agentes de la Red Avispa, en los que todos coordinaban el derribo de las avionetas desarmadas.
Con respecto al hipotético nuevo juicio, surgen preguntas: De haberse celebrado éste, ¿habrían tenido los castristas la desfachatez de volver a no informar al público cubano sobre sus incidencias! Los que en todo el mundo han puesto la cara para solidarizarse con los Cinco, ¿omitirían informarse sobre la marcha del proceso! ¿Seguirían repitiendo Danny Glover, Peter Coyote y tantos otros compañeros de viaje y tontos útiles que el grupo de espías pretendía impedir acciones terroristas y que están encarcelados sólo por eso!
Para 2005, el actuar de Ana Belén Montes había sido desenmascarado, por lo que habría podido figurar en la nueva imputación. Como se sabe, esa otra integrante de la red de espías estaba infiltrada en el Pentágono de Washington. ¡Menudo sitio para que trabaje una agente perteneciente a un grupo que, según la propaganda comunista, no estaba interesado en averiguar secretos estatales norteamericanos, sino sólo en conocer sobre las actividades de “la Mafia terrorista de Miami”!
La decisión del pleno de la Corte de Apelaciones, al no ratificar la decisión de anular la sentencia de los Cinco, demostró una vez más que nuestro gran vecino del Norte es un estado de derecho, cuyos tribunales son independientes y actúan guiándose no por motivos políticos, sino legales.
Al comienzo mismo de su serie de artículos, Alarcón de Quesada expresa preocupación por “los muchos millones de dinero público” gastados en el juicio por el gobierno más rico de la tierra. La ansiedad del líder parlamentario cubano nos resultaría más comprensible si él mostrase análogo desvelo por las erogaciones realizadas en el mismo asunto por la hambreada Cuba.
En mi artículo “¿Un quinteto de cuatro?”, publicado por Cubanet el pasado abril, pregunté: “¿Se hará alguna vez el cómputo de los millones de dólares que cuestan los repetidos viajes, los congresos internacionales, los cócteles y cenas de trabajo, los obsequios para ganar la buena voluntad de políticos extranjeros influyentes, las becas concedidas en Cuba a familiares de los activistas más destacados, los anuncios pagados publicados en importantes —y caros— periódicos, las vallas anunciadoras ubicadas en zonas céntricas de grandes ciudades?”
Está claro que todas esas actividades y las otras que el Presidente de la Asamblea Nacional coordina como “ministro de los Cinco”, cuestan también “muchos millones de dinero público”; pero en este caso el numerario no sale del abultado bolsillo extranjero del opulento Tío Sam, sino de la faltriquera escuálida de quien personifica al pueblo de la Isla: el famélico Liborio Pérez. ¿Mostrará Alarcón por el paupérrimo presupuesto insular el mismo desvelo que por el de Washington!
El líder parlamentario castrista se queja porque “sólo se tiene una información muy parcial” sobre “el volumen de recursos utilizados” en el juicio. ¿Significa esta manifestación el anuncio implícito de que las autoridades de La Habana harán saber al contribuyente cubano cuántos millones de dólares han prodigado en su campaña mundial por Los Cinco!





Una cubana fuera de serie
Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Desde sus mismos comienzos, la oposición a Fidel Castro se ha nutrido de todo tipo de seres humanos: políticos, ricos, intelectuales, estudiantes, artistas, comerciantes, terratenientes, campesinos, obreros, amas de casa, religiosos y otros. Muchos de ellos aplaudieron a Fidel durante sus discursos de largas horas y luego se decepcionaron, hasta convertirse en  sus enemigos acérrimos.
Pero Gladys Linares Blanco –Cienfuegos, 1942- es una cubana fuera de serie. Jamás aplaudió a Fidel, ni se vistió de miliciana, ni fue trabajadora de vanguardia, ni gritó Patria o Muerte en la Plaza de la Revolución, ni pidió paredón de fusilamiento para los cubanos, como como eco de Fidel.
Gladys supo moverse entre los hilos invisibles que el destino tiende a todos los mortales y se mantuvo al margen de la vorágine que ha vivido Cuba desde que la dictadura castrista se adueñara de la isla.
Una vez le dije que se salvó de haber caído en el abismo de las ideas revolucionarias, para luego cambiar de opinión, algo que jamás hace el necio. No creyó en las promesas socialistas del  régimen, y contempló, con sus ojos tan claros como un cielo de abril, la violencia y el terror que infundían al  pueblo.
Supo siempre, me lo confesó una vez, que las dictaduras son tragedias transitorias y comenzó a luchar por la libertad de Cuba en 1987, cuando conoció a Ricardo Bofill en su apartamentico de Guanabacoa. Cuando lo escuchó conversar sobre Derechos Humanos, tanto la impresionó, que siempre que puede lo menciona y no deja de recordar las chancletas rotas del líder, hoy en el exilio, su vehemencia contagiosa y aquella mirada suya que parecía darle valor al indeciso.
A partir de ese día, Gladys se incorporó al Movimiento de Derechos Humanos y es querida por decenas de miles a los que proporcionó medicamentos, alimentos, ropa y zapatos, o enviaba sus denuncias a emisoras amigas del extranjero a través del Frente Femenino, organización humanitaria que fundó en 1995, gracias a la ayuda que recibía del Grupo de Apoyo a la Democracia –GAD- que aún dirige en el exilio de Miami su entrañable amigo y hermano, Frank Hernándéz Trujillo.
Gladys es, repito, una cubana fuera de serie. Tan modesta y sencilla que desarma al más autosuficiente. Gracias a su carácter sobrio y moderado, a su clara inteligencia, a sus modales elegantes, adquiridos en tiempos pasados, nunca ha esperado honores, premios, homenajes o entrevistas que la pongan por encima de los demás. Su mayor satisfacción ha sido brindar solidaridad a los disidentes condenados a prisión, o a cualquier cubano que la necesita.
Su pequeña casa, acogedora y protegida por la sombra de frondosos árboles y plantas ornamentales, situada en la calle San Francisco ,    en el reparto habanero de La Víbora, es visitada por muchos. Y su teléfono, siempre dispuesto a escuchar al doliente de una celda, no cesa de sonar. Unos le proporcionan noticias y otros les cuentan sus problemas, para que Gladys escriba sus crónicas en las páginas digitales de Cubanet y Primavera, donde trabaja como periodista independiente desde hace cuatro años.
Hoy le dije que escribiría sobre ella y me hizo la historia de su padre, Teodoro, dueño de tierras bien cultivadas, que perdió cuando el Comandante se apropió de todas para convertirlas, con el paso de los años, en campos de marabú. Me contó que su padre murió por el sufrimiento de haberlas perdido y que jamás olvidará que aquel día 21 de junio de 1961, mientras en la casa lo lloraban, los vecinos revolucionarios ensayaban una comparsa carnavalesca frente a su puerta, porque en definitiva, se trataba de la muerte de un enemigo de la Revolución.
Has perdonado, le pregunto, y me dice que sí. Le creo, porque en Gladys hay mucha bondad. En sus largos años de maestra normalista, las enseñanzas de José Martí le sirvieron de mucho. Me recuerda unas palabras de nuestro Apóstol para terminar: ¨La tiranía es una misma en sus varias formas, aun cuando se vistan algunas de ellas de nombres hermosos y de hechos grandes¨.  




De la moderación al extremismo
Julio César Álvarez

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Dos juicios penales en dos épocas diferentes de la historia de Cuba marcaron el sistema judicial cubano, llevándolo de la moderación al extremismo.
El 21 de este mes se cumplen 59 años de la causa 37, radicada en el Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba. Se juzgaba a un grupo de cubanos por el asalto a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, acaecidos el 26 de julio de1953.
Estos cubanos optaron por la violencia como método para apoderarse del poder político. Aunque la consigna con la que salieron al asalto fue la de “no matar si no por última necesidad”, las acciones de Santiago y Bayamo terminaron enlutando  la nación y gestando una nueva guerra fratricida.
A pesar de los muertos y la violencia, el veredicto fue un ejemplo de moderación e independencia judicial por parte del Tribunal de Urgencia, que era el encargado de juzgar los delitos políticos.
El cabecilla de los rebeldes, Fidel Castro, fue sancionado a quince años de cárcel, sanción esta que en su alegato consideró excesiva.
Amnistiado junto con los demás participantes dos años después, creó el Movimiento 26 de Julio, que en su ala terrorista se dedicó al asesinato de militares, la quema de autobuses, de cañaverales, los sabotajes de todo tipo, y al secuestro de personalidades para llamar la atención internacional, como el secuestro del argentino quíntuple campeón mundial de automovilismo Juan Manuel Fangio.
Era la época republicana, y gobernaba el dictador Fulgencio Batista. Algunos dicen que la causa 37 fue el juicio más importante de la época republicana.
Cincuenta años después de la causa 37, en la primavera del año 2003—La Primavera Negra—, setenta y cinco disidentes y periodistas independientes cubanos son juzgados por tribunales al servicio de la seguridad del Estado.
A diferencia de los cubanos de 1953, éste no era un grupo violento. Sus integrantes tenían como arma la palabra y las acciones pacíficas de desobediencia civil. El objetivo de los periodistas no era acceder al poder político, ni el sabotaje, ni el secuestro, sino criticar y denunciar lo que creían injusto, lo que la férrea censura de prensa se empeñaba en amordazar.
Sin embargo, este grupo de cubanos fue sancionado con penas de cárcel que oscilaban entre los veinte y veintiocho años de prisión. Fueron alejados de su familia, y esparcidos por todas las prisiones de la isla. Empeñado en no reconocer su condición de prisioneros políticos, el gobierno los unió con asesinos, violadores y ladrones.
Gobernaba el mismo líder violento que lideró el asalto al Moncada, y que consideró excesiva la sanción que le impuso el Tribunal de Urgencia. El líder que después de usurpar el poder por la violencia, criminalizó las manifestaciones pacíficas y las tachó de “contrarrevolución”, el mismo que penalizó toda crítica a su persona con la figura delictiva de “desacato a la figura del Comandante en Jefe”.
El mismo líder violento que suprimió la moderación y la independencia judicial republicana y adentró al país en la era de la sumisión y el extremismo judicial revolucionario.


Existimos
Ivan López Monreal



POMORIE, Bulgaria, septiembre, www.cubanet.org -Me llamo Ivan López Monreal y hace varias semanas escribí una carta abierta para explicar mi posición como joven cubano emigrado. Lo hice porque quise, no porque me lo pidiera nadie. Lo hice solo, en mi habitación. Sin consultarlo con amigos ni con novias, ni siquiera con mis padres, que viven en Cuba y tal vez sean los mayores perjudicados en todo esto. Lo hice con respeto a quienes defienden una posición distinta a la mía. Lo hice sin ofensas.

La respuesta que me llega desde los blogs oficialistas es que yo no existo, soy una mentira, una infamia, una careta tras la que se oculta un enemigo de la Revolución. Soy un manipulador, un tergiversador, un peligroso involucionista que pretende intoxicar a los jóvenes con un mensaje cargado de debilidad. Dicen que detrás de mi está la CIA, la USAID, la mafia de Miami. La basura del exilio. La gusanera enrabietada.

Aunque debo ser justo, la persona a la que estaba dirigida mi carta, Rafael Hernández, se ha mantenido al margen de esos ataques, incluso tuvo la gentileza de enviarme un mail agradeciéndome por el debate que hemos generado. Y eso le honra. Tardé unos días en responderle, también en privado, porque no quería crearle problemas a nadie, mucho menos a mi familia, pero algunos han interpretado mi silencio como parte de una operación conspirativa, una prueba de que no existo. De que soy un fantasma , ¿O si no, por qué no aparezco en Facebook, o en twitter, cómo es que no tengo un blog, cómo es posible que no haya publicado nada antes? Evidentemente yo debo ser un profesional de la contrarrevolución para decir las cosas que digo. Han llegado a sugerir que la carta es demasiado perfecta para ser real.

Para esos blogueros, los jóvenes cubanos carecemos de capacidad para analizar y juzgar de forma crítica la sociedad en la que vivimos. Y si lo hacemos, apartándonos de la doctrina oficial, es señal de que alguien nos manipula. Ellos no. Ellos explican y convencen. Por eso no les gusta mi visión de Cuba. Mis palabras les han parecido falsas, equivocadas y peligrosas. Me piden que recuerde aquella frase del Che Guevara que decía “al imperialismo no se le puede dar ni un tantico así”. Y eso lo justifica todo. Porque en Cuba hay que callarse para no dar pretextos. Solo vale confiar en las decisiones de nuestro gobierno. Y sí, puedes quejarte mientras no lo hagas delante de una cámara o frente a un micrófono abierto. Para que no malinterpreten tus palabras, para que tu discurso no se parezca al del disidente, para que nadie cometa el error de pensar que en los temas sensibles es posible el desacuerdo. Dicen que es un sacrificio necesario, un acto de fidelidad. Para mí es una forma
de alimentar los fanatismos. Porque solo un fanático, un inconsciente o un inmoral puede negar la realidad del país y acusar a los que la denuncian de mercenarios.


Yo he dicho lo que pienso desde mi verdad y desde mi dolor. Soy cubano, y aunque viva en Bulgaria o en Kamchatka lo seguiré siendo. Ojalá pudiera despojarme de la identidad como de las ropas. Ojalá pudiera renunciar a mi pasaporte y empezar de cero, sería más cómodo para mí y para mi familia, pero no puedo. No sé hacerlo. Así que no me queda otro remedio que aceptar mi condición de emigrado y pagar por ella. Porque para eso sí existo. Para pagar por cada gestión, cada papel, cada permiso que necesite, incluido el de volver a pisar el país donde nací. Existo para pagar, no para opinar. Por eso ahora me niegan. Me borran. Me anulan.

Desde hace muchos años en Cuba se niega la realidad que no se quiere ver. Es preferible echar sombras sobre todo aquello que es incómodo mientras se apela a un heroísmo de barricada. Porque un revolucionario que dude es un revolucionario débil. Y se niega la duda como se niega el miedo a la discrepancia. Ellos ven la ideología no como una opción política sino como un catecismo limitado y empobrecedor. Hablan de leer al Che como hablan los obispos de los evangelios. Y con eso basta.

Decía Miguel de Unamuno que el fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando. Porque no hay nada como asomarse al mundo para colocar tus ideas en el sitio que les corresponde. Sin demagogias ni delirios. Y sí, hay que leer al Che, que hizo una revolución con las armas en la mano, y hay que leer a Ghandi, que hizo la suya, más humana y profunda, sin disparar un tiro. Hay que leer a Marx y a Lenin, pero también a Adam Smith y a Keynes. Hay que leer a Mijail Shójolov para conocer la épica de la revolución rusa, y a Solzhenitsyn para descubrir la desoladora tragedia del estalinismo.

Tenemos derecho a saber y a pensar. Y nadie debería basarse en eso para criminalizar tu forma de entender la sociedad. Ni para llamarte antipatriota. Ni para anularte. Nadie debería valerse de tu opinión para convertirte en un enemigo público. Ni para injuriarte. Ni para condenarte. Aunque se haga en nombre de la soberanía nacional. Porque no es verdad. Eso solo busca que los que piensen como tú tenga el sentido común de callarse. O que al menos limiten el descontento a los pasillos de sus casas, a los patios interiores, a las mesas del comedor. A espacios en los que nadie les escuche.

Por eso han convertido la cotidianidad cubana en un inmenso ejercicio de hipocresía que solo beneficia a los oportunistas. Porque ya nadie se cree nada. Porque es imposible defender desde la honestidad un estado que se empeña en poner cada día las cosas más difíciles, que desprecia a la población atragantándola de permisos y prohibiciones. Un estado que no da explicaciones. Nunca. Por nada. Y busca cada resquicio de supervivencia para atajarlo con leyes abusivas que exacerban aún más el robo y la doble moral. Un estado empeñado en habitar una realidad ficticia mientras niega la real. La de cada día. La de la prepotencia y los abusos, la del cólera y el dengue, la de esto es una mierda y sálvese quien pueda.

Esa realidad existe, como existen quienes la sufrimos y deseamos que cambie. Algunos para tener un sueldo que les permita llegar a fin de mes, o mercados mayoristas, o mejores hospitales, escuelas, carreteras, o impuestos más justos, o acceso a Internet. Otros para que podamos entrar y salir del país sin más exigencias que un pasaporte. Un simple pasaporte con tu nombre y tu foto. Sin humillaciones. Y sin tener que ir a los consulados a pagar por tu condición de cubano como si fuera una multa. Porque no es una multa. Es mi nacionalidad. Y no la elegí como tampoco elegí a mis padres. Nací con ese derecho. Y ya estoy harto de que me cobren y me chantajeen por él.

Quiero un cambio para acabar con eso. Y quiero un cambio para legalizar otras opciones políticas, no porque crea que la democracia es la solución mágica a nuestros problemas, que no lo es, pero al menos hará que nuestros líderes dejen de sentirse intocables. Porque los errores se pagan, y los fracasos también. Y si yo me equivoco y asumo las consecuencias, tendremos que exigirle lo mismo a quienes nos gobiernan. Llámense como se llamen. Y vistan el uniforme que vistan.

Hasta mi padre quiere un cambio, con su carné del partido y sus medallas. Porque está harto de que le suban el precio de la comida, de que el Granma le mienta, de que cada día sea más difícil conseguir algo de forma legal. Harto de que el estado le cobre servicios en una divisa que no forma parte de su salario. Harto de ver en las noticias una Cuba que no existe. Porque él sí existe, él es real, y sabe que negar los problemas solo sirve para agravarlos. Mi padre en muchas cosas piensa como yo, y no es un disidente. Es un revolucionario con una hoja de servicios que difícilmente puedan igualar esos que me acusan de mercenario. Pero las decisiones políticas de mi país han conseguido que generaciones dispares y con experiencias distintas, lleguemos hoy a una conclusión muy parecida: así no podemos seguir.

Y el estado lo sabe, pero no lo quiere admitir. Las figuras históricas de la Revolución prefieren mirar hacia otra parte. Prefieren ganar tiempo porque saben que, con suerte, morirán antes de que todo se desmorone. Y así la historia culpará a los que vienen detrás. “Después de mí el diluvio”, decía Luis XIV. Esa es la filosofía que rige el inmovilismo, no vaya a ser que les ocurra como a Gorbachov, que buscando perfeccionar el sistema lo terminó desmontando. Y ellos no quieren eso. Ellos quieren morir en la trinchera porque asumen que tumbar a Batista los legitimó para siempre, y al que no le guste, que se busque unos fusiles y empiece otra revolución. Nos ven incapaces de construir una sociedad plural donde quepan las ideas de unos y otros, sin ofendernos ni matarnos. Para ellos (y para algunos en Miami) la única forma de cambiar un gobierno es a través de la fuerza. Como si Cuba estuviese condenada a un interminable ciclo de violencia protagonizado por salvadores de la
patria. Y donde el ganador, como en los casinos, se lo lleva todo. Lo piensan porque no son políticos, siempre han sido soldados, y parafraseando aquella memorable carta que le escribió José Martí al Generalísimo Gómez, han gobernado el país como se manda un
campamento.

Pero Cuba no es un campamento. Y retrasar los cambios solo servirá para que todo sea más difícil. Más amargo. Lo sé yo, y también lo saben esos blogueros oficialistas que me hablan de resistir cuando yo hablo de corrupción, que me hablan de imperialismos cuando yo hablo de pérdida de valores. Que me hablan de lo mal que está el mundo, cuando yo hablo de lo mal que está mi país. Ellos dicen que prefieren combatir la corrupción desde allá, aunque nunca publiquen sus denuncias. Aunque nunca alzaron la voz cuando no podíamos entrar en hoteles ni pisar ciertas playas. A ellos les parece bien que seamos el país de América con más censura y menos acceso a Internet. Y que no haya una universidad cubana entre las 50 mejores de Latinoamérica (la de La Habana está en el puesto 64, y la siguiente, la de Las Villas en el 149), ellos jamás han pedido la dimisión de un dirigente aunque permita que se pudran toneladas de comida en un almacén del puerto o haya dejado morir de frío a treinta
enfermos mentales (un escándalo que en otro país le habría costado el cargo al ministro de salud). Ellos no piden explicaciones porque el primer deber de un periodista revolucionario no es informar al pueblo sino defender y justificar al gobierno que les paga.


Ellos dicen que con un partido les basta, aunque eso implique conformarse con una sola verdad.

Yo no puedo. Ni quiero. Me niego a aceptar un pensamiento único porque no creo en elegidos ni en profetas. Y no puedo aceptar que mi país solo pueda ser lo que decida una persona. No lo quiero yo, ni todos esos cubanos que hoy viven cansados de arengas y consignas. Y solo aspiran a una vida un poco más digna. Esos cubanos van a las marchas del primero de mayo, a las reuniones del CDR y gritan socialismo o muerte. Pero ninguno dará la vida por un proyecto que ha dividido sus familias y ha faltado a casi todas sus promesas.

Esos cubanos siguen allí. Son miembros del partido, profesores, cuentapropistas, médicos, taxistas, son sociólogos como Diosnara Ortega (magnífica tu carta), son redactores del Granma, militares, cineastas, deportistas. Incluso delegados del poder popular.

Esos cubanos existen. Son reales. Y no son treinta ni cien mil.

SON MILLONES....

La opositora ha hecho caso omiso con las amenazas y afirmo que realizara actividades tanto por el Día de la Mercedes que por el Día de la Resistencia, también celebrado este día 24



AUDIO: (3:25 min.) http://www.youtube.com/watch?v=AFa1VJlc8XA

Published on Sep 24, 2012 by RadioRepublicaCuba
(24 de Septiembre de 2012) -- Boyeros, la Habana. La Dama de Blanco y vocera del Frente OZT, Sara Marta Fonseca Quevedo fue una de las más de 58 mujeres arrestadas en toda la isla este pasado fin de semana del día 21 de Septiembre para impedir que se realizaran actividades por el Día de la Virgen de las Mercedes, celebrado este 24 de Septiembre. En el caso de Fonseca Quevedo, fue detenida con violencia durante las horas de la mañana del domingo y liberada en la noche, tras recibir arrestos de que seria arrestada de nuevo si intentaba dirigirse a misa este lunes. La opositora ha hecho caso omiso con las amenazas y afirmo que realizara actividades tanto por el Día de la Mercedes que por el Día de la Resistencia, también celebrado este día 24.