viernes, 10 de mayo de 2013

El tema racial: Peligroso combustible


El tema racial: Peligroso combustible
Reinaldo Cosano Alén

El Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), nominó al Comité de Ciudadanos por la Integración Racial de Cuba, para el Premio anual de la Fundación Hrant Dink, 2013. Este premio homenajea a individuos, organizaciones y grupos que trabajan por un mundo libre y justo, sin discriminación, racismo, ni violencia, y que se arriesgan para alcanzar esos ideales, rompiendo con los estereotipos y utilizando un lenguaje de paz.
Para conocer detalles en torno a la nominación, con que fue distinguida este año la prestigiosa organización de nuestra sociedad civil alternativa, Cubanet entrevista a Juan Antonio Madrazo Luna, coordinador nacional.
Esta conversación se sostuvo en Cuba, poco antes de que Madrazo Luna y otros activistas partieran hacia Estados Unidos, donde se encuentran en estos momentos, para participar en una serie de eventos en Pittsburg y otras ciudades norteamericanas.
Cubanet: ¿Por qué CADAL nomina al Comité de Ciudadanos por la Integración Racial de Cuba?
J.A.M: Fuimos nominados el pasado año por CADAL  para el Premio Internacional Rey Juan Carlos de Derechos Humanos, que al final lo obtuvo una ONG mexicana. Es la segunda ocasión que CADAL nomina al Comité. El solo hecho de ser nominados es un gran elogio, un premio para el Comité, para la sociedad civil, que es nuestro punto de partida: la lucha contra el racismo, contra cualquier tipo de discriminación, sea por sexo, género, opinión, raza. La propuesta es un reconocimiento a la lucha del movimiento afro-descendiente en la Isla, a la sociedad civil para que la problemática racial sea visualizada.
Cubanet: ¿Qué acciones desarrolla actualmente el Comité que usted preside?
J.A.M: Somos una plataforma de comunicación y amplificamos la señal. Nos movemos en todos los escenarios posibles, no solo de la sociedad civil sino también en espacios institucionales, fiscalizados por el gobierno. Hacemos política desde la ciudadanía. El ente fundamental es el ciudadano, para el que trabajamos. Durante los últimos tres años, el Comité ha llevado una cruzada al interior de las comunidades. El gobierno no tiene voluntad política para ampliar el tema en la agenda pública. Llevamos la delantera. Manifiesta que hablar del tema racial públicamente es debilitar y amenazar la unidad nacional.
Creemos que si el tema racial no se discute en público, pudiera ser un peligroso combustible en el futuro. El objetivo principal del Comité es movilizar y trabajar con plataformas como la Red de Bibliotecas Cívicas Reinaldo Bragado Bretaña y el programa Animando Sonrisas, que empodera a la comunidad (marginal) infantil y juvenil. También con la plataforma Observatorio Ciudadano contra la Discriminación, relacionado con la documentación de violaciones y discriminaciones de todo tipo. Nos ocupamos además con la cultura alternativa urbana. Tenemos conexión con jóvenes que se mueven en las esferas del rap, hip hop, implicados en denuncias sociales y contra la violencia. Ahí entramos en el tema y el propósito de Violencia Cero.
Cubanet: ¿Puede precisar sus actividades en barrios marginales?
J.A.M: Hemos realizado algunas, apoyados por otras plataformas, como la mencionada Red de Bibliotecas en Animando Sonrisas, dirigida hacia niños muy afectados por la violencia en el seno familiar, hasta en cuarta y quinta generaciones. Desarrollamos nuevos juegos, les entregamos juguetes. Usamos a veces disfraces. El Comité está muy vinculado y apoya Acetato Producciones, muy relacionado con el escenario cultural alternativo musical de Omni Zona Franca.
Hay apoyo hacia nosotros y de nosotros hacia ellos. Son artistas emergentes, independientes, apartados por el régimen, que se mueven en el mundo de la Nueva Trova, del rap, del hip hop. Recientemente ayudamos con el último disco de Silvito el Libre (hijo del cantautor cubano Silvio Rodríguez). Auspiciamos conciertos de Escuadrón Patriota, de Bárbaro Urbano Vargas. Todos de la generación más joven del hip hop. A fines de año tendremos la cuarta edición del evento académico Raza y Cubanidad. Siempre desde la sociedad civil. Añado que, junto al Observatorio Ciudadano contra la Discriminación, documentamos todo tipo de violencia desde la familiar hasta la de carácter político.
Cubanet: ¿El Salón de Negros Ilustres de Cuba también se encuentra entre sus objetivos?
J.A.M: Fue el primer salón de ese tipo en el continente americano. Pretende reafirmar la autoestima del afro-descendiente cubano, que es aún muy débil, apenas se ven representados. Queremos que se sientan representados como parte de la nación. Son personalidades destacadas a lo largo de la República (1902) y hasta el presente, en los campos de la política, cultura, ciencias, deportes.
Cubanet: Sabemos que usted, junto a otros distinguidos activistas cubanos del antirracismo, viajarán próximamente a los Estados Unidos, ¿cuál es su proyecto para este viaje?
J.A.M: Es una experiencia inédita para los tres: Manuel Cuesta Morúa, Leonardo Calvo Cárdenas y para mí, que viajaremos juntos a Estados Unidos; Cuesta estuvo en Miami años atrás. Estaremos una semana en la Universidad de Pittsburg, en un programa cultural con participación de varias instituciones norteamericanas. Queremos dar las gracias a todos. En primer lugar a Afro Cuban Alliance, que coordina la revista Islas, uno de los proyectos más interesantes del que participamos desde Cuba con nuestros artículos. También a la Carnegie Mellon University; a la Unión Cultural Latinoamericana, de Pittsburg; y al Coro Latinoamericano.
Las actividades comienzan con una exposición fotográfica de mi autoría: Crossing Havana, que retrata el ambiente sociocultural de los afro descendientes en esa Habana profunda que la mayoría de los afro descendientes que vivimos aquí desconocíamos. Para mí, fue un descubrimiento, porque viviendo en el barrio de El Vedado, desconocía que existen otras Habanas en mi entorno. Habrá un conversatorio, en el que participaremos cubanos y estadounidenses, en relación con lazos y puentes entre las culturas cubana y afroamericana. Habrá conversatorios formales e informales, mesas redondas, encuentros con auditorios de Pittsburg, paseos, invitaciones de otras instituciones culturales y académicas. Después, estaremos en la Universidad de Las Vegas.
Gran parte del tiempo estaremos en Miami. Contactaremos con algunas plataformas culturales, sociales y políticas de Florida. Pienso que son muy importantes los contactos con gran parte del exilio cubano. A Washington irán Cuesta y Calvo como ponentes en el Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA). Una preocupación nuestra es lograr comunicación horizontal con la comunidad afro-norteamericana. Durante muchos años, el gobierno cubano ha manipulado gran parte de esa comunidad en cuanto a la problemática racial, como se desprende de la importancia que tiene recientemente la polémica alrededor del Caso Roberto Zumbano, que no es el primer caso, porque siempre ha habido linchamientos políticos.
cosanoalen@yahoo.com



El fula y el bacán
Frank Correa

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org –Los mellizos  de Jaimanitas, Pedro y Juan,  eran  muy conocidos  en el pueblo como  pescadores submarinos y constructores de  botes  de poliespuma, hasta que en el 2001  se separaron.  Juan cruzó el Estrecho de Florida  en un corcho  y  Pedro  se quedó cuidando  a la pura, que no debía perder  a sus dos hijos.
Juan,  desde  Miami, los ayudó  con  dinero, cuando pudo. Enviaba fotos  del  apartamento rentado en un condominio,  y del  auto,  que cambiaba cada cierto tiempo.
Pedro, en Cuba,  trabajó  un tiempo de cartero y  de custodio de un policlínico. En 2006  fue  sancionado a un año  de prisión  por  acaparamiento, cuando compró cien  resistencias de  hornillas eléctricas  al por mayor,  para  revender y sacar  ganancia.
Al quedar en libertad,  se incorporó a la  lucha contra el mosquito y llegó a  jefe de brigada, pero bebía demasiado, con el dinero  de la gasolina que sacaba a  las motomochilas, y lo degradaron a  fumigador;  no gana mucho,  se  apoya  con el  dinerito que a veces le manda el hermano de Miami.
Juan regresó de visita  en 2012. Se hizo querer porque  regaló a Ñico veinte dólares,  y  a los curdas  de la esquina les  viraba  la botella de chispa  para  comprarles  Havana Club.
Los jimaguas  eran  tan idénticos  que la única persona en el mundo que los reconocía  era su madre.  En el pueblo, para  diferenciarlos,  comenzaron  a  llamarlos  Pedro, el fula y  Juan,  el bacán.
El fula (que en cubano significa malo),  nunca tenía dinero. No  podía regalar  veinte dólares, ni virar  botellas de chispa para  comprar  Havana Club. El bacán (que significa lo contrario),  dejaba a su paso una estela de goces y eso  tenía traumatizado a Pedro.
La noche antes del regreso de Juan a Miami, durante una  reunión familiar, Pedro  amenazó con construir un bote de  corcho y lanzarse al mar, pero entre lágrimas la madre  dijo  que, si Pedro se iba también,  ella moriría.
El cubanoamericano  prometió  hacerle  los papeles  al hermano,  para llevarlo de  visita. Pedro  dijo que no  podía esperar ni un minuto más y le  propuso una  idea: cambiar de identidad  por un tiempo, para poder  conocer  la  yuma y refrescar un poco la mala vida.
A Juan, la idea le pareció posible ( solo por unos días).  En su visita se  había enamorado de Yani,  una jinetera  de Las Tunas que estaba alquilada cerca y lo tenía enganchado. Instruyó a Pedro en cómo  llevar la vida de Miami. Le dio la dirección del condominio. Había  comida  y  algo de dinero y a fin de mes  debía contactar  por teléfono a Guancho,  para que lo incluyera en el servicio de mulos del  mes siguiente y pudiera regresar.
Pedro no tuvo problemas con el  pasaporte de Juan. ¡Y  por fin cruzó el Estrecho de Florida!, un trayecto  realizado mil veces en sueños. Aterrizó  en tierra de la libertad  asombrado  de todo cuanto aparecía  a su lado. Intentó  ser normal, pero de todas formas llamó la atención de los guardias de seguridad, que lo vigilaron hasta que subió  a un taxi .
Contar  la estancia  de  Pedro en Miami es  una larga historia larga. A fin de mes no llamó a Guancho, porque le cogió  el gusto a las piscina del condominio, pero cuando se  acabó la comida y  el dinero y comenzaron a llegar los “biles” (facturas), resultó  sospechoso  a  vecinos y amigos,  que  preguntaban cosas imposibles de responder. Se sintió acorralado. No supo  ganarse la vida.
En Cuba, Yani, la jinetera, que  se  hizo cómplice  en el cambio de identidades, le dijo a Juan “¡vete echando!” cuando a éste se le terminó el dinero,  “que te has convertido de verdad en Pedro,  un pasmao, que ni ha contactado  a  Guancho,  ni te contesta el teléfono cuando llamas”. El  cubanoamericano,  enamorado,  dio tal  perreta cuando Yani  le dio  el bate,  que la tunera tuvo que amenazarlo con denunciarlo a la policía, porque ella había leído que eso  se llamaba “robo de identidad”  y  que iba a ir directo p’al tanque.
Una madrugada,  la policía irrumpió de repente en casa de los jimaguas  y realizó un registro. Buscaban  piezas de autos  robadas  y las pistas conducían  a Pedro, que era Juan, y que  fue detenido cinco  días en un calabozo inmundo, muriéndose del miedo, hasta que detuvieron a los verdaderos culpables. En cuando lo soltaron, llamó  a su  amigo Guancho; le pidió  de favor y  por todos los santos que fuera al condominio y enviara a Pedro en el primer  viaje a La Habana.
De regreso en Cuba, Pedro aprovecha  esta vía –el periodismo es válido en muchas ocasiones- para  enviar un saludo a  todas las personas que conoció en Miami, y en especial un mensaje  a  todos los jimaguas de las dos orillas,  (también de parte de Juan):
Por nada del mundo  se les ocurra imitar semejante locura, que al final se convirtió en  una pesadilla para los dos.



¿Hay libertad religiosa en Cuba?
René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -El diario Granma del martes 30 de abril dedica una página —de las ocho que tiene— a un texto de la colega Dalia González Delgado. Su título tiene forma de interrogante: “¿Hay libertad religiosa en Cuba?”.
Lo primero que llama la atención es que ni uno solo de los entrevistados pertenece a los cultos de mayor implantación en nuestro país. Figuran dos protestantes, un judío y un musulmán; pero ningún miembro de la Iglesia Católica, sin dudas la más importante entre las que tienen reconocimiento oficial. También falta algún representante de los cultos animistas de origen africano, que gozan de gran seguimiento popular.
Aun dejando a un lado el tema de la representatividad —o falta de ella— de los interrogados, lo cierto es que tres de los cuatro dejan sin respuesta la pregunta que da título al texto. Por su parte, la propia informadora, en los párrafos con los que inicia su reportaje, tampoco ofrece una contestación terminante.
La colega González comienza aludiendo a los informes del Departamento de Estado norteamericano, que incluyen “a Cuba entre los países que imponen trabas al ejercicio de la religión”. Señala que el más reciente de ellos afirma que “mejoró el respeto del gobierno”, pero aclarando que “siguen vigentes restricciones importantes”.
El primer entrevistado, David Prinstein, vicepresidente de la Comunidad Hebrea, reconoce el pequeño tamaño de su comunidad; alude a que las autoridades comunistas toleraron la existencia de la única casilla privada del país, que expende carne ajustada a las normas dietéticas judaicas, y menciona la ausencia de antisemitismo en Cuba.
Armando Rusindo, presidente de la Iglesia Morava de la Isla, señala que hay un “despertar de la fe en los cubanos” y afirma que los avances que se han observado en el tema religioso “son dignos de ser aplaudidos”. No obstante, concluye que se debe “demostrar cada vez mejor lo que la religión puede aportar a una nación”.
Por su parte, Pedro Lazo, presidente de la Liga Islámica de Cuba, tras aludir a los “miles de musulmanes” que hay en nuestro país, reconoce que en éste “aún no se ha construido ninguna mezquita”. A pesar de lo anterior, el entrevistado asegura: “Las autoridades del Gobierno están a favor de la total y completa libertad de religión de la gente”.
Por último, Kirenia Criado, dirigente del Centro Memorial Martin Luther King, apunta que su institución “trabaja también el tema de la solidaridad”. “No queremos una iglesia grande, sino una sociedad mejor”, afirma. En cuanto a las relaciones con el poder, asevera que “siempre han sido de muchísimo respeto”. Señala que “Cuba está en un proceso de cambios”, pero existen discrepancias en el rumbo a tomar.
Los dos cristianos entrevistados son los que con mayor claridad aluden a la necesidad de continuar por la ruta de la normalización de las relaciones entre el Estado y las denominaciones religiosas. “Aún hay caminos por recorrer”, se plantea en la entrevista con Rusindo; “se deben ‘abrir más espacios de diálogo’”, dice Criado.
Eufemismos aparte, hay un hecho innegable: Es cierto que en Cuba ha quedado atrás la época de la persecución abierta a las creencias religiosas y de la prédica del llamado “ateísmo científico”. Se puede decir que, en lo fundamental, hay libertad de culto, aunque no han faltado algunas localidades en que incluso este derecho ha sufrido determinadas limitaciones de carácter puntual.
Pero mientras existan denominaciones no reconocidas de modo oficial (las religiones afrocubanas son el ejemplo más obvio), mientras estén prohibidas las escuelas confesionales y limitadas las posibilidades de erigir sitios de culto (lo cual ha sufrido en carne propia el optimista musulmán de la entrevista), mientras el acceso a los medios masivos de comunicación se conceda sólo como una dádiva hecha a título excepcional, y no sea un derecho, no habrá libertad de religión en Cuba.
Creo que ésa es la verdadera contestación a la pregunta formulada por la informadora oficialista, que, en esencia, ella y casi todos sus entrevistados, optaron por dejar sin respuesta.





Martí, el incomprendido
Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -No olvido algo que me ocurrió en los años noventa, cuando varias personas, mientras observaban la estatua de José Martí, en el Parque Central de La Habana, se preguntaban por qué el Apóstol tenía el brazo derecho extendido al frente.
Unos alegaban que indicaba la dirección de su casa natal. Otros, simplemente que saludaba o se despedía con su mano. Siempre me he preguntado si aquellas personas me comprendieron, porque cuando me escucharon decir que, sin duda alguna, Martí señalaba con su dedo índice el mejor de los caminos: el camino de la libertad, se miraban entre sí.
Recordé esta anécdota cuando una vecina, que desfiló este Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución, convocada por su centro laboral, me comentó que, a pesar de que la fecha estaba dedicada al aniversario 160 del natalicio del Apóstol, en las pancartas que se veían, Martí no era la figura cimera, sino Fidel Castro, Che Guevara y Hugo Chávez.
Recordar entonces la curiosa historia de la primera estatua de Martí, tal vez viene bien para saber cuánto ha sido ignorado, incomprendido, mal amado  e injustamente manipulado por políticas caudillistas, fenómeno este que surgió en toda América Latina durante el siglo XIX, hasta convertirse muchas veces en crueles dictaduras.
Diez años después de la muerte de Martí, liberada Cuba del dominio español, un grupo de personalidades políticas presentaron el proyecto de erigir una estatua en el Parque Central, parecida a la Estatua de la Libertad, de Nueva York.
Más de doce figuras históricas fueron propuestas en la encuesta para representar la estatua. Entre ellas estaba Martí, quien resultó el ganador, con sólo 16 votos a su favor, emitidos entre las 105 personalidades patrióticas que se convocaron y 375 votos de la población, en aquellos momentos compuesta por más de dos millones de habitantes.
El propio Emilio Roig de Leuchsenring, historiador de la Ciudad de La Habana, al referirse a dicha encuesta, destacó en un artículo publicado en la Revista Carteles en 1939 cómo apenas 16 cubanos representativos comprendían y admiraban a Martí en 1905.
Contrario a lo que se dice, quienes lo conocemos bien, sabemos que Martí jamás hubiera sido autor intelectual de un horrible acto terrorista, ni querer un sólo partido para su pueblo, como dice el tirano, que fue  extremadamente cuidadoso cuando hablaba o escribía sobre el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos, donde vivió gran parte de su corta vida, cuánto elogió la modernidad de ese país, que mucho lo impresionó y al que llamó ¨casa hospitalaria de los oprimidos¨.
Por la magnitud de su obra escrita, por sus cualidades como hombre, por su oratoria brillante y por su intenso  amor y gran fe en la libertad, José Martí bien pudiera haber venido de otro planeta, alguien que todavía los cubanos de ayer y de hoy no se merecen.




En Boca Ciega, oídos sordos
Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Boca Ciega es una de las playas más hermosas del litoral norte habanero, y también una de las más afectadas en Cuba por el deterioro de los ecosistemas. Sin embargo, a este enemigo natural se suma otro peor, un gobierno incapaz de generar políticas económicas y sociales que rescaten el entorno y los inmuebles que sucumben en esa localidad.
Julio y agosto son los meses propicios para disfrutar del mar y el sol, aunque los cubanos solemos anticiparnos, por la falta de opciones recreativas. No obstante, el flujo de bañistas hacia las playas del este capitalino disminuye considerablemente cada año.
Muchas personas consideran que se debe al alto precio de la oferta recreativa en ambas monedas (divisa y peso cubano), o por no contar con servicios que desaparecieron con la llegada del Período Especial: duchas y taquilleros para guardar las pertenencias, sombrillas en la arena, cafeterías, bailables, alquiler de bicicletas, transporte las 24 horas, paramédicos, salvavidas, etc.
“Antes yo venía a la playa con cinco pesos en moneda nacional (0.25 centavos de dólar). Con eso hoy no puedo comprar ni un pomo de Ciego Montero (250 mililitros de agua potable al precio de 0.45 dólares)”, afirmó Néstor Martínez, de 49 años de edad, ejecutor de obra y jubilado por enfermedad.
Claro está, para entonces Fidel Castro tiraba al país por la ventana, gracias a los benefactores del extinto campo socialista europeo. Un pan con lechón y una jarra de cerveza Hatuey eran veinte veces más baratos, también lo eran los alquileres de casas en la playa, tanto las particulares como las reservadas a través de los centros de trabajo.
Hoy, la mayoría de los servicios estatales en las playas se cobran en divisas, moneda 24 veces superior al peso cubano. Sin embargo, amén del capital que genera los servicios estatales en divisas y el impacto de los trabajadores por cuenta propia, el panorama es desolador en las playas del este habanero.
Junto a los contados pinos que sobreviven y a la arena de mar que cubre la calle Primera, de Boca Ciega, cerca del 30 % del conjunto habitacional, administrado por la empresa Islazul, el gobierno local y otros organismos estatales, está en ruinas. En similar estado se encuentra la cafetería Marazul y el restaurant La Barca. El bar-discoteca El Castillito corre igual suerte.
Según uno de los empleados de El Castillito (que prefirió el anonimato), le han solicitado ayuda a la empresa (Islazul) en varias ocasiones, pero ésta alega que no tiene presupuesto para remodelar la discoteca. “Muchas de las reparaciones las asumimos con recursos propios”, acotó el empleado.
Boca Ciega apenas tiene 3 mil habitantes. Al igual que Santa María del Mar, El Mégano y Bacuranao, esta última playa es considerada zona congelada.
En la década de los 80, el gobierno cubano intentó sacar a los residentes que sobrevivieron a las expropiaciones de la revolución. Como medida de coacción, eliminó las bodegas de productos racionados, los consultorios médicos y otros servicios comunitarios esenciales. Pero la mayoría de los afectados se negó a abandonar la zona.
Sin embargo, muchas de las casas ocupadas por el gobierno, mediante el desalojo, hoy yacen en ruinas. Dos manzanas enteras y un edificio de apartamentos están declarados inhabitables. Para evitar hechos vandálicos o la apropiación indebida de las viviendas, un cuerpo de agentes se encarga de custodiar la zona.
Boca Ciega está en manos de las autoridades locales y de la empresa Islazul. Los alquileres de vivienda rondan entre los 80 y 100 pesos convertibles por día, una cifra que si bien da para asumir las inversiones que necesitan los inmuebles a mediano y largo plazo, no está al alcance del poder adquisitivo de la mayoría de los cubanos.
No en balde la baja afluencia de bañistas en verano es perceptible desde todos los ángulos. Boca Ciega no es un caso aislado. El gobierno, además de sordo e indolente, es corrosivo y demoledor en las playas del este habanero, más que la propia naturaleza.

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